San Andres, el mar de los siete colores





Descubrí el paraíso. Un lugar de arenas blancas, aguas turquesa, azul, celeste, transparente y quizás de qué colores más. A simple vista las palmeras y los “Coco Loco” parecieran ser el atractivo principal, sin embargo la alegría de la gente, sumados a la fuerte influencia rasafari, es por lejos la mayor seducción. En este edén el sol nace y se esconde por el mar, queda a 720 kilómetros al noroeste de Colombia y se llama: Isla de San Andrés.

El viaje se inició con el gran ofertón de LAN: origen Santiago de Chile, escala en Bogotá y destino a la isla de la felicidad. Todo por 380US aprox.

Pasamos la noche en el Aeropuerto el Dorado de la ciudad de Bogotá, donde hay comida rápida por si suena tu estómago en esta larga espera. Ahí mismo conocimos a un griego que nos entretuvo con sus historias sobre la mitología griega y una norteamericana que conocía a Don Francisco y nos preguntaba por los mineros de Chile.

Los Coco Locos


Llegamos a la isla a medio día. Los 30ºC sumados a la alta humedad se hacían notar. Desesperadas con el clima tomamos rápidamente un taxi -10 pesos colombianos- hacia el Hostal El Viajero para intercambiar nuestros jeans y zapatillas por trajes de baño. Este hostal, si es que eres viajero, es por lejos el más recomendable de la isla. Cuesta alrededor de 5 mil pesos chilenos por noche y está repleto de jóvenes que quieren divertirse. Tiene computadores con Internet, mucha información sobre la isla y paquetes turísticos, además es muy colorido y en el último piso tiene un bar. Los pisos son temáticos: “Rastafari Rooms” y “Pirate rooms”.  
Coco Loco, cóctel típico del Caribe 
Caminamos sólo cinco minutos por el centro y llegamos a la playa. Arenas tan blancas que encandilan las pupilas y un mar de diversos colores. Ahí mismo -por 7 pesos colombianos- conocimos los Coco Loco, un trago típico del caribe que lleva vodka, tequila, ron blanco, crema de coco. No sé por qué, pero es rosado. Además es servido en un coco recién cortado de la palmera.  
Esa noche fuimos a rumbear a una disco que recibe el mismo nombre del cóctel: Coco Loco. A sólo 5 colombianos la entrada, te encuentras con una diversidad de gente: adultos, jóvenes, turistas e isleños. La terraza de la disco está sobre el mar del caribe, éste es el mejor lugar de Coco Loco. Si la rumba se te hace insuficiente, siempre puedes terminar de beber en la playa, a la espera de que el sol nazca por el mar. Un espectáculo plateado y morado, completamente diferente al cielo naranjo propio del atardecer.   

La lluvia tropical

Despertamos con truenos y lluvia torrencial. Pero el agua no evitó que pescáramos nuestros trajes de baño y aprovecháramos el calor para ir a la playa del centro y bañarnos. Las calles estaban inundadas y pocos se atrevían a salir de sus casas, pero aún así no eramos las únicas bañándonos en el mar.

Juntamos dinero y arrendamos un carrito de golf! En él recorrimos toda la isla. Sí, con lluvia. Poco a poco se recomponía el tiempo. Conocimos a un isleño que nos pedía recomendaciones, porque quería ir a trabajar a Santiago de Chile. No logramos entenderlo, él vivía en el paraíso, donde la gente era feliz. Nos era imposible imaginar a un nativo con ritmo, sabor y alegría en medio del Paseo Ahumada, entre ternos, bancos, transacciones, estrés y smog. Seguimos el recorrido y me bajé del carro para fotografiar a mis compañeras de viaje. Ahí en medio de la nada se me acerca un isleño: “¿Les tomo la foto para que salgan todas?”, “No gracias”, le dije rápidamente, como si fuera una respuesta programada por mis padres, por temor a que me robe o engañe un extraño. Él me regaló una sonrisa y me respondió: “¿A caso este negrito –apuntándose a él mismo- puede robar la cámara y salir corriendo?”, Al sentirme una estúpida le mentí: “No, no es eso -realmente sí lo era- simplemente no soy fotogénica”, sin perder la alegría se dio media vuelva y alejándose de mí me gritó con gracia e incluso un cierto grado de ternura: “Tranquila, yo tampoco”. En este momento comencé poco a poco a enamorarme de esta gente.
 
Rocky Cay (Cayo Rocoso)
Conocimos el Hoyo Soplador, una atracción turística no muy sorprendente la verdad. Pero lo que sí llamó nuestra atención fue: Rocky Cay, un pequeño islote al que uno puede llegar caminando por el mar, sin que el agua suba más arriba de tu cintura. Conocimos al “negro Javier”, un joven de 20 años extremadamente cariñoso con las mujeres, con una picardía y galantería tal que logró incluso masajear a una de nosotras. Javier representa a la mayoría de los isleños, seductores y alegres. Vive del turismo y conoce todas las muletillas de los diferentes turistas que lo visitan. Reconoció nuestro “¿Cachai?”, y de inmediato nos habló de los chilenos como si los conociera mejor que nosotras. También conocimos a un colombiano, que pese a no ser de la isla, mantenía una galantería semejante. Era fotógrafo de más de 50 años y se dio el lujo de improvisar una sesión fotográfica con nosotras.   

Al llegar la noche nos fuimos de rumba a un barco (10 dólares). Primero había que subirse a unas lanchas que te llevaban a esta especie de catamarán de tres pisos. La atracción máxima era “Micaela”, una negra sensual de cuerpo escultural y mucho sabor. Era la encargada de animar a los pasajeros cantando y bailando. El baile colombiano sí que es candente. Ok, sin tabúes: es realmente sexo con ropa.

Introduccion al Reggae


Johny Cay (Cayo Johny)
Después de conocer el acuario, un mar tan transparente donde logras ver los peces de colores con snorkel, llegamos a uno de los islotes más maravillosos de la isla: Johny CayEstá poblado de palmeras pintadas de verde, amarillo y rojo. Cuelgan banderas de Bob Marley y rastafaris te ofrecen almuerzo. Las sillas y las mesas, ubicadas a la intemperie, también están teñidas de verde, amarillo y rojo. “¿Les gusta el reggae?”, nos preguntó el mesero -sí, hay que decirlo, un negro muy sensual- mientras se escuchaba a Bob Marley a todo volumen. “Sí, está bien”, respondimos alucinando con el lugar. 

Toda esta influencia proviene de Jamaica, que queda muy cerca de la isla. De pronto se me acercó un rastafari que según calculo debía ser viejo, porque tenía canas en sus dreadlocks. Chocó su codo contra mi codo. “¿Qué significa eso?”, le pregunte. “De corazón -me respondió- tu energía me gusta”, chocó otra vez su codo contra el mío y me dijo otra vez: “de corazón”.  
Cayo Bolivar

Debíamos volver, pero no queríamos, así que logramos infiltrarnos en la última lancha: la de servicio, con cocineros y camareros que sólo hablaban el idioma nativo: un inglés británico mal hablado, combinado con francés. Dejábamos de ser turistas, ahora nos mezclábamos con la cultura isleña.    


Bar Rastafari
El día siguiente nos despertamos temprano, íbamos a un lugar llamado Cayo Bolivar, donde se supone hay islas vírgenes. Sin embargo la persona a la que le pagamos, no organizó bien el viaje y contrató a la rápida a unos pescadores que nos hicieron el tour. Viajamos 26 millas en lancha durante 50 minutos y llegamos al paisaje más paradisíaco de todos. Realmente era tierra virgen, no había ninguna construcción, sólo palmeras y arenas blancas. Encontrábamos caracolas magníficas tiradas en el fondo del mar, las mismas que compramos a 8 colombianos en San Andrés. La gente del tour llevó ollas y nos cocinó con fuego. Así, muy prehistórico y natural. 

Después nos llevaron a otra isla donde había un bar rastafari, muy parecido a Johny Cay. “Pero la diferencia es que acá vienen isleños, en Johny Cay sólo hay turistas”, me explicaron y tenían razón. Bebimos Piñas Coladas y Coco Locos viendo el atardecer y por supuesto escuchando a Bob Marley. Esa era nuestra última noche en la isla.     


7 Responses so far.

  1. Muy entrete Carlita. Quedé con ganas de viajar y de leer más. Lo pasaron malito parece en el viaje y sin duda los negritos las dejaron loquitas ¿o no? jajaj

    Saludos!!

  2. jajaja, sí harto loquitas. Es que insisto, son muy simpáticos!

  3. Jachi says:

    Excelente! a quién no le dan ganas de ir si lee esto!! Saludos

  4. Jajajaja gracias Jachi! saludos para usted.

  5. Anónimo says:

    Hola!!
    Consulta mas o menos cuanto dinero gastaste en tu viaje a San Andres?? Muchas Gracias

  6. Al rededor de 500 mil pesos chilenos, incluyendo los pasajes

  7. xMaUrOx says:

    me puedes dar algunos tips de la isla y lugares para carretear que sean interesantes a mi mail por favor xmagcx@gmail.com

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